El británico Sam Smith fue el gran triunfador de los Grammy, que se entregaron este domingo en Los Ángeles (California), al llevarse cuatro premios, aunque el rapero Kanye West acabó robándole el protagonismo.
Cuando durante la gala Beck estaba recogiendo el galardón al mejor disco del año, West subió al escenario, y parecía dispuesto a arrebatarle el premio al cantante.
Algo similar a lo que hizo en la ceremonia de los Premios MTV de 2009, cuando le quitó el micrófono a Taylor Swift para reivindicar que el premio que le acababan de dar a esta debía ser para Beyoncé.
Precisamente Beck se llevó por sorpresa el premio al mejor disco, en una categoría en la que los favoritos eran Beyoncé y Sam Smith.
En esta ocasión West parece que no iba en serio y no le arrebató el micrófono a nadie. Con una sonrisa se dio media vuelta y se fue del escenario.
Los que presenciaron la escena en directo rompieron a reír por la broma, aunque a tenor de las declaraciones de West al final de la gala, el rapero no estaba bromeando.
West aseguró en una entrevista que la cosa iba en serio y que creía que se había hecho una injusticia con Beyoncé.
"Beck tiene que respetar el arte y debería haber dado su premio a Beyoncé", dijo.
El rapero aseguró que la Academia de la Grabación de EE.UU. debe "dejar de jugar" con los artistas, porque "nosotros ya no queremos jugar más" y acusó a la institución que entrega los Grammy de "no respetar el oficio".
Según destaca desde Los Ángeles el periodista de BBC Mundo Jaime González, Kanye West actuó este domingo en los Grammy tras varios años de ausencia, que se debieron al hecho de que el músico se había sentido maltratado en el pasado al no haber ganado algunos de los premios importantes a los que aspiraba.
A lo largo de su carrera, West ha recibido 21 Grammys.