En una oportunidad el doctor Balaguer dijo que los perredeístas eran como los judíos, que durante el día andaban desbandados, pero ya en la noche coincidían y dormían todos en un solo nido.
Partiendo de ahí, siempre había un punto y una oportunidad para juntarse. En el caso de la avecilla de plumas negras que abunda en muchos campos nuestros, por naturaleza, las cosas siguen siendo así. En el caso de la gente del PRD, sin embargo, por práctica y por circunstancias propias de los intereses políticos, se advierte un cambio de 180 grados.
A tal punto, que en otros tiempos se tenía claro que quien se iba del partido blanco se iba solo, y al fi nal tendía a volver (la gran excepción fue Bosch), pero ahora no solo se ha hablado de que los últimos que sacaron o que se fueron representan un número importante, sino que una fi gura con las luces que se le suponen al doctor Hugo Tolentíno Dipp llegó a plantear que la unidad entre los miembros del partido blanco no era posible, y que lo ideal sería que los descontentos con la dirección encabezada por el ingeniero Miguel Vargas formaron otro partido.
A la luz del resultado de las distintas divisiones experimentadas por el PRD en el tiempo, de entrada se entendió que la tesis de Hugo era una locura. Y aunque no dejara de serlo, se vio con el paso de los días que de las diferencias Miguel-Hipólito surgió el PRM, que todavía no ha sido ofi cializado, pero ya tiene dos aspirantes importantes disputándose la candidatura.
La tesis de Hugo se dio en la primera parte, pero ahora (de no haber posibilidad unidad o de “arreglo”) esperemos al 16, cuando al PRD y al PRM, a cada cual por su lado, le cuenten los votos y no alcancen para ganar, para ver qué tan acertada fue la idea de formar tienda aparte.
El jueves en la noche, con el propio Hugo y doña Milagros Ortiz presentes, Tirso Mejía lanzó otra tesis en el espacio de radio de la exvice: que Hipólito sea el presidente del PRM y que se abra la oportunidad de seleccionar como candidato a una fi gura nueva y fresca, que –en un acuerdo con la Convergencia– sea capaz de hacer buen papel en mayo.
Un tanto pesimista, entró Tony Raful con la tesis suya, a modo de preguntas: ¿y con quién de candidato, y para qué, mientras no tengamos una ley de partidos y una reforma de los mecanismos electorales...? Cabe recordar que hasta con la JCE del PPH, que avaló a Mejía, aquí hubo elecciones.