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Grave amenza

SANTO DOMINGO, República Dominicana.-  El crimen organizado y toda su tenebrosa maquinaria de muerte y destrucción para sostener el narcotráfico ha logrado mantenerse en operación en el país, a pesar de los golpes que le han asestado y del combate que libran las autoridades contra ese flagelo.
La frecuente incautación de alijos de drogas, que ahora salen o hacen escala en el país, principalmente por vía marítima,  en curso hacia Estados Unidos y camuflados en equipajes y contenedores, lejos de tranquilizar es una muestra de lo activo que están los narcos.

Mientras crece el escepticismo sobre la efectividad de esa batalla, la guerra que públicamente se le ha declarado a  las drogas, sufre un revés constante, por la frecuencia en que salen a relucir complicidades de policías, militares y hasta fiscales vinculados a narcotraficantes.
Declaraciones oficiales y estadísticas sobre una supuesta disminución de las acciones de la delincuencia y el crimen organizado no resultan convincentes para los ciudadanos ni para organismos como la iglesia que expresan preocupación por la incidencia de estos males.
Desde la década de los 80, la amenaza creciente del narcotráfico ha sido una constante e innumerables los casos de envergadura que han salido a la luz pública, en una especia de fiesta de confabulación  en la que también han bailado miembros de las altas esferas sociales y económicas dominicanas.
La más reciente muestra de ese inquietante fenómeno fue el del presunto robo de casi mil kilogramos de cocaína que habían sido incautados por la Dirección Central Antinarcóticos de la Policía (DICAN), un hecho insólito por el cual fueron los sometidos 25 agentes, incluidos tres coroneles, tres fiscales y el exdirector del organismo.
La situación se torna más preocupante porque a merced de las redes de narcotráfico y sus cabecillas además han sonado, en diferentes épocas, políticos que habrían recibido el supuesto patrocinio de sus campañas electorales.
Ante este panorama, habría que preguntar, ¿por qué nunca se llega a los entresijos de este entramado de complicidades que, además de la criminal venta de drogas se dedica al lavado de recursos, que solo puede realizarse con la colaboración del sector empresarial privado y la inacción de las autoridades, solo interrumpida cuando trasciende algún escándalo de magnitud?
Si la estrategia antinarcóticos no sufre un cambio radical, especialmente con autoridades probas y confiables, que resistan la tentación del dinero sucio y fácil, el crimen organizado seguirá ganando terreno en perjuicio de la paz social y del futuro digno y seguro de nuestros hijos.

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