MADRID.- Tormentas de arena, temperaturas
gélidas, ausencia de oxígeno y aridez extrema. Son algunos de los desafíos para
la vida humana que plantea la anhelada conquista del suelo marciano y que
“Marte”, la epopeya espacial de Ridley Scott, refleja con bastante realismo.
Así lo cree Rudi Schmidt, director de la misión Mars Express de la Agencia
Espacial Europea (ESA) y asesor técnico de Scott durante el rodaje en Budapest
del filme, una historia de supervivencia que traslada a la gran pantalla la
novela “El marciano” de Andy Weir.“Creo que la película es realista, los hechos podrían suceder de ese modo, aunque obviamente hay cierta libertad artística”, señaló en una entrevista con Efe Schmidt, autor de más de un centenar de estudios científicos sobre Marte.
Un ejemplo de esa “libertad” se encuentra en los primeros minutos del metraje, cuando una espectacular tormenta hace que piedras y objetos vuelen por los aires y deja “tirado” y completamente solo a Mark Watney (Matt Damon), uno de los astronautas que componen la misión Ares 3.
“El mensaje es correcto, en el sentido de que una tormenta en Marte es extremadamente peligrosa, pero no por los motivos que describe tanto el libro como la película”, advierte Schmdit.
“La tormenta es incapaz de destruir objetos mecánicos, no hay suficiente energía. Se levanta un polvo muy fino pero las cosas no vuelan por los aires porque la atmósfera en Marte es extremadamente débil, apenas hay aire”, explica.
El peligro real de una tormenta marciana, prosigue, es que los granos de arena suponen una amenaza para los sensores ópticos del cohete, y pondrían en riesgo la visibilidad y la orientación de la nave. Una opción mucho menos espectacular para el cine.
En cuanto a la posibilidad de producir agua o cultivar patatas, tal y como hace el protagonista -biólogo de profesión- para sobrevivir hasta que existan posibilidades de ser rescatado -la NASA en principio le da por muerto-, Schmidt lo ve completamente factible.
“El problema actual no es tanto cultivar la tierra sino lo que cuesta desarrollar la tecnología necesaria. Para cultivar basta con crear un pequeño invernadero y una infraestructura para tener electricidad, control de oxígeno y de temperatura”, apunta.
De hecho, el prototipo de vivienda que la NASA ha encargado para la que espera sea su primera misión tripulada al planeta rojo, en torno a 2030, prevé la construcción de un invernadero.
“Pero cada kilo enviado a Marte es extremadamente caro, hay que ser muy cuidadoso en lo que se envía. Por eso la investigación se centra en tratar de utilizar los recursos de Marte para crear oxígeno y agua. Podrían encontrarse minerales que en reacciones químicas produzcan oxígeno”, indicó Schmidt.
Tampoco en este aspecto las andanzas ficticias de Watney van muy desencaminadas.
El científico cree que sería posible que el primer viaje humano a Marte se produjera incluso antes de lo que planea la agencia espacial estadounidense, todo es cuestión de financiación y, en ese sentido, aboga por “una colaboración mundial” para el desarrollo tecnológico.
La ESA tiene previsto lanzar el año que viene un programa nuevo, Exomars, conjuntamente con la agencia espacial rusa, y hasta los Emiratos Árabes tienen su propia misión para investigar el entorno marciano.
Por otro lado, la película describe el reto emocional que supone el aislamiento prolongado que implicaría una misión tripulada a Marte, un planeta situado a más de 80.000 kilómetros de distancia, con un mínimo de siete meses de viaje.
También en este terreno tanto la NASA como la ESA, en colaboración con Moscú, han desarrollado estudios, como un encierro de más de 500 días en una atmósfera que simula a la de una nave espacial.
Antes del rodaje, durante las fases de escritura del guión y preproducción, el equipo de Ridley Scott contó también con la colaboración de la NASA e incluso se grabaron lanzamientos de cohetes desde Cabo Cañaveral que aparecen en el filme.