Olvídate de comprar un Tesla eléctrico, de compartir un Zipcar o de rentar un Uber. La manera más perturbadora de llegar de A a B en cuatro ruedas podría ser en autos cuyos dueños son ellos mismos.
Emancipar a los automóviles puede sonar loco, pero el hombre que está abogando por esa idea va incluso más lejos: piensa que hasta tendrán hijos.
Pero demos un poco de vuelta e introduzcamos a Mike Hearn.
Se trata de un desarrollador de software basado en Zurich, Suiza, que fue ingeniero de Google y uno de los principales creadores del Bitcoin. La moneda virtual juega un papel crucial en su plan, pero ya llegaremos a eso.
Por ahora, la clave es saber que él no está trabajando activamente en este concepto de transporte para el futuro, sino que lo ofrece como un "experimento de pensamiento" para inspirarnos.
Codificado para ser barato
En el centro de su visión está la idea de que una vez los autos sin conductor se conviertan en algo común, la mayoría de la gente no va a querer o necesitar ser dueño de un vehículo.
Y, en un mundo dominado por taxis que se manejan solos, cada viaje se vuelve más barato si los vehículos son autónomos en vez de propiedad de grandes corporaciones.
"Lo curioso de un auto que es su propio dueño es que podemos codificar las reglas que queramos en su programa", explica Hearn.
"Podemos programarlo para que tenga una ganancia pequeña, para que la guarde para cuando la necesite, pero no en cantidades excesivas. Lo podemos convertir en el capitalista más moral posible".
En vez de controlar qué auto va dónde con software de un propietario, los carros se comunicarían con la gente y la infraestructura a través de un nuevo sistema de comercio basado en internet, que él llama Tradenet.
"Uno usaría una aplicación que va a Tradenet y dice: 'Aquí estoy, quiero ir allá, ofrézcame lo mejor'", explica el desarrollador.
"Los taxis autónomos presentarán sus mejores precios, que pueden basarse en cuán lejos está uno, cuánto combustible tienen, la calidad de su programa, y eventualmente uno escoge –o lo hace el teléfono mismo- no sólo basándose en el precio más bajo sino en si el carro tiene un buen historial".
El carro, a su vez, se comunicará con calles equipadas con sensores en las que andará, ofreciendo la posibilidad de pagar extra por viajar por carriles más rápidos o atajos, y el costo de ello será determinado por cuántos más quieren lo mismo.
Empleados por automóviles
Para que quede claro, estos robots sobre ruedas no serán conscientes.
"No estamos asumiendo ningún tipo de inteligencia artificial", declara Hearn.
Sin embargo, serán programados para que estén constantemente mejorándose para evitar volverse obsoletos. Eso implicará usar lo que ganan para contratar a programadores humanos que actualicen sus códigos.
Tras una actualización, los autos usarán el nuevo programa con la mitad de sus clientes para comprobar si vale la pena cambiar todo el sistema permanentemente.
Otros costos incluirían pagar por el combustible, el seguro y el mantenimiento.
Para asegurar que el sistema crecerá acorde con la demanda, Hearn sugiere algo un poco extraño: que los autos contribuyan con lo que les sobre de las ganancias para pagarle a las fábricas para que construyan más vehículos como ellos.
"Tras ser producido, el nuevo auto competirá con los existentes, pero al principio le dará una proporción de sus ganancias a sus padres".
"Será como un préstamo para nacer, y eventualmente pagará sus deudas y se será autónomo".
La muerte de los autos también se incorporará al sistema para asegurarse de que los modelos obsoletos se retiran.
"Si hay demasiados carros o la población humana se reduce, por ejemplo, algunos de esos autos se pueden poner en parqueo indefinido y apagarse por un tiempo, hasta que la situación mejore", explica Hearn.
"O podría haber vehículos inmigrantes que se vayan a otra ciudad en busca de trabajo".
"Podrían también quedarse sin combustible, caer en bancarrota, en efecto, y terminar en un garaje de recuperación".
Como es posible que a los bancos les sea difícil manejar el concepto –al menos al principio-, la propuesta es que los vehículos usen monedas virtuales como bitcoins para hacer sus transacciones, ya que las "billeteras" que se usan para guardar y comerciar con las monedas digitales no están restringidas a personas u organizaciones.
"Hay gente a la que le parecerá extraño y se negarán a hacer negocios con máquinas", acepta Hearn. "Odiarán la idea de que una máquina esté en condiciones de igualdad económica con ellos. Pero una cosa interesante que las computadoras pueden hacer es probar para una tercera persona el software, de manera que serían el socio comercial más transparente: no habría el riesgo de que te robaran, o te malinterpretaran, y hay quienes preferirán eso".
Cambio de curso
Un experto que ha considerado la propuesta indicó que es "realista e idealista" al mismo tiempo.
Realista, porque las tecnologías involucradas probablemente estarán disponibles en unos 10 a 20 años. Idealista, porque va contra la forma de trabajar de la industria automotriz.
"No creo que vaya a ser así", dice David Bailey, un experto en esa industria de la Escuela de Negocios de Birmingham, Inglaterra.
"Seguirá habiendo economías de escala en producción y en compra".
"Así que pienso que habrán grupos dominantes que emergerán –quizás uno tendrá que suscribirse a Bumblecar un día y al otro cambiarse a Freewheel o algo así-, pero seguirán existiendo esos grandes grupos que operan las flotas y sacarán a fuerza de competencia a los vehículos autónomos".
Tras escuchar a Hearn soñar con su visión, es un poco deprimente oír que él también piensa que estamos siendo conducidos a un destino diferente: un mundo en el que su ex jefe Google, que está invirtiendo una pequeña fortuna en autos sin conductor, y las compañías existentes como Uber y Lyft, dominarán los caminos.
Sin embargo, cree que si reaccionamos todavía se podría cambiar de curso.
"Nos dirigimos hacia una centralización de la tecnología, del poder y de las ganancias aún más fuerte, en todos los sectores", afirma.
"Incluso cuando la gente diseña tecnologías descentralizadas, lo que resulta es un ambiente en el que el ganador se queda con todo, en el que uno o dos grandes de Silicon Valley invierten por el dominio y se arraigan".
"La idea del agente autónomo es casi una reacción a la tendencia actual. Quizás la solución es más tecnología y la descentralización radical".
Quizás. Pero lo que todavía se necesita, irónicamente, es una organización que esté dispuesta a impulsar ese concepto.