Inmisericorde e inmerecida, la muerte del alcalde Juan de los Santos crea al partido gobernante el riesgo de perder uno de los gobiernos municipales más grandes del país –y políticamente determinante en las elecciones generales de 2016- si no se maneja con inteligencia emocional. Con poco más de 600 mil personas aptas para votar, en el municipio no hay espacio ni tiempo para experimentar con fórmulas bobaliconas, soluciones basadas en el sentimentalismo o complacer la ambición desmedida de núcleos sedientos de poder. Ver más