Está haciendo un doctorado, acaba de publicar su segundo libro y, en los últimos ocho años, ha estado acompañada por la continua incertidumbre de no saber cuánto le puede quedar de vida. Fue en 2008, cuando vivía en Nueva York, que la escritora estadounidense Eva Hagberg Fisher comenzó a sentirse un poco rara. Se mareaba mucho y casi siempre tenía sed. Un día se despertó y al entrar en su cocina sintió "como si el piso se estuviese levantando para encontrarse conmigo, o como si yo estuviese descendiendo para encontrarme con el piso", como escribió en un libro electrónico sobre sus problemas médicos. Ver más