Estaba sentada en un café de hotel en la ciudad dominicana de La Romana cuando la camarera deslizó mi plato del desayuno frente a mí. Era un "plato típico", el desayuno dominicano que me obsequiaban por mi estancia. Al verlo noté que era una pesada combinación de puré de mangú (plátano), huevos fritos, rodajas de queso frito y rebanadas de un crujiente, frito y extrañamente adictivo salami, lo cual parecía ser la última cosa que debería estar comiendo en un día sofocante. Ver más