Alejandro tiene cuatro años y vive absorto en su mundo. No habla. Cuando lo llaman por su nombre no responde. No juega con otros niños y hace enormes rabietas ante cualquier cambio en su rutina diaria. A los dos años, luego de muchos estudios complejos y costosos, sus padres recibieron el diagnóstico: Alejandro tiene un Trastorno del Espectro Autista (TEA)... Ver más